Lisa y Rosa: Una historia que te ayudará a asumir la responsabilidad de tu propia vida.
- J.C. Solana
- 14 abr 2015
- 3 Min. de lectura

Lisa
Lisa es una mujer que disfruta yendo de compras. Hace no mucho tiempo iba deambulando por la ciudad y se quedó parada delante de un aparador, donde había un cuadro, una verdadera obra de arte. Estaba tan fascinada con el cuadro que perdió la noción del tiempo. Después de permanecer durante diez minutos contemplando absorta el cuadro, se armó de valor y entró en la galería. De nuevo se encontró delante del cuadro y notó como el corazón se le llenaba de calor . El vendedor se dio cuenta del entusiasmo de Lisa , se acercó y le contó algunas cosas sobre la pintura. Lisa no conseguía salir del éxtasis y ya se imaginaba con todo detalle como salía de la galería con el cuadro bajo el brazo para colgarlo después en casa en el lugar más visible que podía imaginar y mostrarlo luego a todas sus amistades. Sí, ya se había enamorado del cuadro. Finalmente preguntó por el precio y el vendedor respondió: “40,000 pesos”. El entusiasmo de Lisa se desinfló de repente como un globo y ella tuvo un escalofrío. -“40,000 pesos” – oyó que decía una voz interior - eso no me lo podré permitir jamás”. Dio la gracias al vendedor y salió de la galería con la cabeza abajo. El sueño se disipó con la misma rapidez con que había aparecido.
Sin embargo, no dejó de pensar en el cuadro. En las semanas siguientes pasaba una y otra vez por delante de la galería, se detenía ante el aparador, soñaba unos instantes hasta que recordaba de nuevo el precio.
Rosa
Pasó el tiempo. Cuatro semanas después pasó Rosa por delante de la galería, vio el cuadro y se quedó como paralizada. Surgieron en ella los mismos sentimientos que en Lisa a la vista de la obra de arte- Entró decididamente en la galería, con la certeza de que dentro de poco el cuadro sería suyo. El vendedor se acercó, ella pregunto por el precio y palideció al oír la respuesta. Ella tampoco podía permitirse gastar ese dinero para un cuadro. Pero sabía que quería tenerlo, estaba tan profundamente anclado en su corazón que estaba claro como el agua que pronto llegaría a poseerlo. Así que Rosa preguntó si le podía reservar el cuadro y si existía la posibilidad de pagarlo a plazos. El vendedor le dijo que es no era habitual, pero que viendo cómo le brillaban los ojos hablaría con el propietario de la galería. Se despidió de Rosa con la promesa de que la informaría lo antes posible.
Dos días después, Rosa recibió la llamada decisiva: el vendedor le comunicó que podía pagar el cuadro en cinco pagos de 8,000 pesos, que era exactamente el importe que podría reunir Rosa cada mes. Fuera de sí, se le escapó un grito de alegría y sin duda habría besado al vendedor si lo hubiera tenido delante. Radiante y altamente motivada acudió a la galería, adquirió el cuadro y celebró una fiesta en su honor.
Volvamos con Lisa.
Cuando un sábado Lisa por la noche acudió alegremente a la fiesta de una de sus amigas, se quedó como piedra cuando vio allí, colgado en el salón, nada menos que “su” cuadro. Se le saltaron las lágrimas y al instante se fue de la casa. Los demás invitados la vieron partir sin comprender…
¿Cuantas veces has tenido que enterrar un sueño porque no has confiado, no has negociado, sino que te has echado para atrás a la primera?
Las personas se auto limitan cuando piensan que algo no es posible . Negocia y asume la plena responsabilidad para ti y para tu vida. Eres el arquitecto de tu propia realidad, tu mismo te creas el día, cada día de nuevo. Tu puedes elegir entre limitarte a soñar tus sueños o hacerlos realidad en tu vida. Convierte en maestro de la conciencia y aprovecha tu creatividad.
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